Jeanne Tifine, como verdadera
normanda –aunque las circunstancias
familiares la han llevado a pintar (...)
los temas del Pacífico y de las regiones
y territorios franceses de ultramar–,
nunca fue infiel a los lugares normandos
(…). Y únicamente con sus tres
colores fundamentales (…).
Tifine es un ejemplo perfecto
del pintor sobre el motivo y si sus lienzos
son a menudo de dimensiones reducidas es
porque los pinta en su coche, captando de
pasada todas las emociones de la naturaleza,
elementos que nimba tanto de sensibilidad
como de (…) matices y de vida intensa.
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La belleza de lugares como el Monte Saint-Michel,
lo pintoresco de sus calles, lo brumoso
de sus ríos, la precisión
de las actitudes y el sortilegio de los
seres, nada escapa a su pincel, ni tampoco
la personalidad de los rostros que restituye
con (…) precisión (…);
su juicio es la imagen (…) de la generosidad
tranquila de su talento.
André RUELLAN,
Crítico de arte
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